.Pasamos más tiempo HABLANDO de amor que HACIÉNDOLO.

Yo te miraba en espiral porque te amaba pero quería salir corriendo, mis dedos no sabían ya pronunciar una caricia sin que surgiera un nuevo temor desde las yemas. Incapaz de mirar a las decepciones a la cara, volvía de lleno a tu centro, a derramarme, a licuarme, a llenarte de blanco la oscuridad, a dejarte pringada la soledad...mi forma de hacer el amor un deporte de riesgo.

Sigo buscando en los v e r s o s eso que todos sabemos sentir pero que A Ú N no hemos sido capaces de explicar.

lunes, 28 de febrero de 2011

28 rastros se van

Respirar, bajar 38 cambios. Frenito a la paranoia. Tener los dos pies sobre la tierra. Calma. Sonreír. Qué te queda más lindo cuándo le mostrás tus dientes al mundo. Qué las cosas no son tan malas aunque tus hormonas traten de convencerte de lo contrario. Qué las cosas son tan buenas cómo en las películas si mirás más allá de lo que está enfrente. Excluyente: tener miradas con ojos que despeinan y despenan todas las miserias del alma. 
Ahora, aplicar.
Respiro. Bajo 38 cambios. Subo 50. Otra vez me perdí. Estoy en punto muerto. La paranoia es un sentido más. Arranco de nuevo, sin previo aviso, sin ni siquiera avisarme . Acelero. Me choco con todo. Está todo tan cerca que me choco con todo. Tengo un pie sobre la tierra y otro en el aire. Me cuesta mantener el equilibrio..¿equilibrio? qué palabra más rara. Algo desconocido para mi. No me queda fachero. Calma, sí. Me relajé bastante, creo. Los extremos no son buenos,al menos eso dicen. Sonreír. Por supuesto. Mirá cómo te sonrío con toda la boca. Me duele el risorio y el orbicular de los labios de tanto mostrarle mis paletas de castor a la vida, por eso a veces las tapo. Es una cuestión pura y meramente física. Contraer-relajar. Y a veces abro la ventana y le digo buen día a la realidad. Y ella me empieza a correr. La miro de reojo y le digo: tregua potra!. A veces se ríe de mí, otras conmigo.  En los próximos días sabemos que nos vamos a llevar de lo mejor. 
Qué lindo es que estés llegando marzo.

domingo, 20 de febrero de 2011

el cólera del corazón


Las caricias mal direccionadas que mueren en el intento. Qué no logran ser lo que son. O mejor dicho qué no dejas ser. Caricias qué confundís con raspones porqué a vos te duelen. Te duelen porqué la piel no te llama a pedir más y más. No las reconoce cómo tal y cómo si se tratara de un mecanismo de autodefensa qué actúa por reflejo las esquivás. Las sacás. Las corrés de tu cara, de tu espalda, de tu pelo, de tu pierna, de tu pecho, de tu ombligo. No hay urgencia emocional. Hay urgencia biológica que muere en el mismo instante en el qué tu ropa cae al piso temblando de frío. Y esos besos de los que no te hiciste adicta tienen un sabor a no se qué y no te llenan. Te asfixian de libertad. Y tu pelo todo alborotado es un completo desastre natural. Testigo privilegiado de tus movimientos a tiempo y destiempo. Y sobre tu cara el rimel se volvió carbón. Tus piernas nunca antes tan firmes mantienen el equilibrio de tu cuerpo. No así el de tu cabeza. Tu ropa parece recién planchada. Impecable. Tu perfume de fragancia invernal la impregna de punta a punta. Del derecho y del revés. Y en el momento en qué salís a la calle sentís una inmensa liviandad y pesadez, atribuida en parte al clima pegajoso de éstos 28 puñales. Sonreís porqué te sale naturalmente cuándo te sentís bien. Sonreís sin saber muy bien porqué pero no dejás de hacerlo. Estás parada justo en el medio de Buenos Aires capital, la ciudad del desencuentro. Y es hermoso, inmensamente hermoso, por eso cuándo lastima, cuándo duele lo hace con tanto frenesí. Sabés que hay lugares qué te llaman a quererlos más que a otros. Qué te arañan el alma. Sí, lo sabés.
Había pasado un tiempo ya de la última vez que anduviste por ahí. Dar la vuelta al mundo para no tener que hacerlo una vez más no era una opción a considerar para una noche cobarde como esa. Sentiste la necesidad de volver. De ser parte de ese espacio geográfico. De sentirlo tuyo y sentirte suya. De abrazarlo con el corazón que una vez supiste dejar allí, en ese lugar que te dice más de lo que pronuncia. Qué hace ruido en tu panza. Y vos qué tanto le temes...Y se te vidriaron los ojos. Se te inundaron de amor. De haberte sabido felíz. Y esa firmeza con la qué habías salido ¿dónde había quedado?. Se vió abatida. Un poco tal vez. Te costó pararte firme como para poder seguir caminando aunque sea con una pierna.
Algo dice que hay signos vitales de un amor qué te mata y remata a la vez. Del qué cuelgan ternuras despacitas. El mismo que entibia tu corazón y evita la ley de pudrirte por dentro.

lunes, 14 de febrero de 2011

tengo tiempo en la muñeca y sal en el corazón


qué le guste cuando duerma porque significa que voy a estar soñando con él. qué le guste mi ropa. con pantalón, pollera o vestido si total me va a desvestir. qué le guste mi pelo, planchado prolijamente peinado o con rulos perfectamente alborotado si al fin de cuentas me va a despeinar. qué le guste con las uñas esmaltadas a medio pintar porque no pueda de impaciencia darle tiempo a qué se sequen para ir a verlo. qué le guste mi perfume porque tengo pensado impregnar toda su ropa y todas sus sábanas con el. qué le guste con maquillaje o a cara lavada porque no es mi rostro lo mejor que tenga para darle. qué le guste mi histeria, mi inestabilidad, mis caprichos porque bastará una mirada para meter todo eso en un cajón y calmar mi mente atormentada. qué le guste mi voz porque tengo una lista interminable de canciones que prometí alguna vez cantárselas a alguien. qué le guste mis libros y mis discos por el simple hecho de que sean míos. qué le guste cada rincón en el qué estudio, esa pila de hojas y apuntes perfectamente desparramados porque es ahí cuándo más lo pienso. qué le guste comer conmigo porque significa que nos vamos a ir a la cama sin postre. qué le guste con tacos o descalza porque si agarra fuerte mi mano no me va a importar cuánto caminemos. qué le guste que tenga frío para hacerle saber qué si me abraza no voy a morir de hipotermia, sino más bien de amor. qué le guste el lunar de mi hombro izquierdo porque es mi preferido y me gusta más cuándo sus labios lo acarician. qué le guste mi letra ilegible para tener que susurrarle al oído lo que quise escribir. qué le guste cuándo recién me despierto porque significa qué va a ser lo primero que vea cuándo abra los ojos y ya no me va a importar tener que madrugar. qué le guste caminar y perderse conmigo. qué le guste mis dientes porque cada vez qué lo tenga enfrente se los voy a mostrar con la mejor sonrisa. qué le guste mis besos, abrazos y caricias y qué sepa que tengo un stock interminable de todo eso para regalarle. qué le guste tanto como a mi el verbo AMAR

sábado, 12 de febrero de 2011

hasta en lo más simple..


- estaba coleccionando momentos
- ¿ a qué te refieres?
- colecciono momentos, busco detalles que tengan algo especial y trato de concentrarme en ellos. Yo creo que la vida es terrible pero hay momentos hermosos que valen la pena y yo los colecciono para intentar ser un poco más feliz

sábado, 5 de febrero de 2011

si vas a enredarme hacelo con guantes, corazón


..el trabajo sucio lo hacían sus labios
"mordelos, si te gustan..." me dijo por torearme
y yo salí corriendo por el puente colgante de sus besos cargados de
pecado, sabiendo que plantaba frutillas en un campo minado
me quedo con las ganas de quedarme en tus mañanas,
le dimos "tiempo al tiempo" y eso es muy peligroso compañera:
el tiempo es un chiflado que atrasa los relojes de arena y se lava las manos...