Iba como ida mirando no sé qué, pensando en nada, pensando en todo hasta que sentí la necesidad enorme de levantarme, correr hacia el final del pasillo y tocar timbre. No me preguntes por qué, fue un impulso. Ni siquiera me permití pensar que bajarme significaría esperar otro bondi tres cuartos de hora más entrada la madrugada. Sola. Al final de la noche.
Bajé y me quedé ahí parada un rato, no sabía muy bien dónde estaba ni adónde ir. Yo sólo quería bajarme, y tal vez un par de cosas más. Miré a mi alrededor y respiré como si me hubiesen sacado después de mucho tiempo una bolsa de nylon de la cabeza. Tantas luces me alumbraban que me sentía chiquita, como se deben sentir las hormigas. Caminé hasta llegar casi a la esquina y me senté en el descanso de la puerta de un edificio. Ahí me quedé cincuenta minutos viendo como se me iban todos los bondis que me acercaban a casa, recordando alguna que otra situación del pasado. No estaba apurada, nadie me esperaba, podía sonreirles al verlos pasar maldiciendo el momento en el que me habia hecho socio vitalicio de esa línea de colectivo que todo tenía que ver con vos. Cincuenta minutos había pasado ahí sentada, admirando la sutileza con la que Júpiter precavido se acercaba a la Luna. Brillaban hermosos los dos.
A mi me invadía una sensación de soledad terrible. Quería que vos te acercaras a mi de la misma manera que lo hacían ellos. Brillar más que una constelación entera, que ese momento sea eterno. Cincuenta minutos más de pensarte. Cincuenta minutos de sin razón. Cincuenta minutos de inmunidad cerebral. De querer encontrarte y que estés ahí, de saber que no vas a estar, de que no nos vamos a encontrar. Cincuenta minutos de querer mirar el cielo de a dos, de querer ser nosotros dos y nadie más. De mirarte a la cara y verme en tus ojos. Cincuenta minutos de atropello al corazón.
Me atormetaba saber que nos separaban ocho cuadras, me partía la cabeza. Pensé en ir a buscarte al lugar de siempre, dónde no ibas a estar, en mandarte un mensaje ¿pero que iba a decirte? nada tenia para decir sólo abrazarte en silencio.
Como era sabido se me hizo tarde para volver a casa, estoy en lo de una amiga que no necesita preguntarme de dónde vengo. Y acá estamos, ella en la cocina preparando té para brindar por lo que viene y se va mientras yo vomito todo esto que me revuelve el estómago antes de empacharme de vos y vuelvas a dolerme en la panza.
Ti auguro un 2013 che inizi bene, prosegua come desideri e che termini con grandi soddisfazioni.
ResponderEliminarTi auguro di camminare su una strada chiamata vita, di inciampare in una pozza chiamata fortuna, di cadere in un abisso chiamato felicità.
Ti auguro un amore sincero accanto a te che sappia comprenderti e guardarti nel cuore con amore
per ciò che sei.