.Pasamos más tiempo HABLANDO de amor que HACIÉNDOLO.

Yo te miraba en espiral porque te amaba pero quería salir corriendo, mis dedos no sabían ya pronunciar una caricia sin que surgiera un nuevo temor desde las yemas. Incapaz de mirar a las decepciones a la cara, volvía de lleno a tu centro, a derramarme, a licuarme, a llenarte de blanco la oscuridad, a dejarte pringada la soledad...mi forma de hacer el amor un deporte de riesgo.

Sigo buscando en los v e r s o s eso que todos sabemos sentir pero que A Ú N no hemos sido capaces de explicar.

miércoles, 30 de noviembre de 2011

Florece en el seco jardín corrosivo de mi soledad


Si estuvieras acá y me vieras “disfrazada” de ésto que intento ser y todavía no soy o soy a medias, se te llenarían los ojos de lágrimas. Me abrazarías fuerte y seguramente me dirías que estás orgullosa de mí. Yo no creo que tengas que estarlo. A menos que cumplir con las cosas que uno promete sea razón suficiente. No sé si soy lo que esperabas que fuera. Intento ser yo, y eso ya es bastante traumático. Creo que nadie me conoce realmente como soy ó tal vez sí. A decir verdad, tengo la seguridad de que quién menos me conoce es quién más llegó a conocerme. Soy eso que alguien conoce. ¿Es motivo de celebración? Pregunto. Te pregunto a vos que sabés todo. Creo que ni yo me conozco todavía. Hay un porcentaje de mí que aún no pudo experimentar Ser... Apenas empezó a asomar la nariz alguna vez, pero se apabulló tanto que decidió esconderse un rato más. Supongo que llegará el momento en que alguien venga a sacarlo. Te juro que tiene ganas de salir. Toma carrera, se maquilla un poco todos los días, se pone su mejor atuendo, se perfuma y espera ansioso que alguien venga a darle la mano y lo saque a pasear un ratito pero ese día nunca llega. Y así pasa el tiempo en soledad.
No sabés qué ganas tengo de hablar con vos. De contarte mil cosas, todas las que no te conté cuando te tuve, todas las que me pasaron después y todo lo que me pasa hoy. En muchas te asustarías, te reirías y me preguntarías en qué clase de monstruo me he convertido. Qué problema mental tengo, cuándo fue el momento en que me golpeé tan fuerte la cabeza cómo para hacer tal o cuál cosa ó qué tan drogada estaba cuaándo hacía lo que estaba haciendo. En otras tal vez te enojarías y en otras tantas seguro llorarías conmigo y me dirías cuánto me queres, cómo lo hiciste aquella última noche en el pasillo. Te contaría de lo largo que se me hacen algunos días y lo corta que se me hacen algunas noches. Que creo haber conocido el amor. Que aprendí a usar palabras que antes no usaba. Que dónde había un iceberg ahora hay un corazón. Que mil emociones me brotan por la piel todos los días. Que todo cada vez me emociona más. Que me encontré con personas hermosas que transformaron mi vida. ¿Viste eso que dicen que cuándo unos se van otros vienen? Bueno, algo así. Que todavía no logro afinar ni una puta canción. Que saber tocar la guitarra sigue siendo una asignatura pendiente. Que no aprendí a depilarme sin quemarme. Que las cremas y yo todavía no logramos reconciliarnos. Que levantarme temprano cada vez me cuesta menos. Que aprendí a viajar en subte. Que me disfracé de promotora y hasta me pagaron por eso. Que un día experimenté la sensación de tener la boca pintada y no me gusto nada. Que el peluquero y yo todavía no logramos entendernos. Que a causa de eso tengo el mismo corte que cuando tenía 3 años. Que perdí el miedo a ir al dentista. Que Alan se perforo la lengua, el labio, la ceja, la oreja y creo que eso fue motivo suficiente para que mamá quiera darse, ella misma, en adopción. Yo me estoy por tatuar y creo que papá cuando lo sepa va a querer acompañarme a hacerlo. Que el último final oral que rendí me saqué un 10 y estaba tan angustiada ese día que no pude evitar llorar y todos creyeron que lloraba de emoción. Que mi fanatismo por el dulce de leche sigue intacto. Que un día le deje comer a mi paciente un chocolate porque si eso la hacia feliz y la felicidad la podía alcanzar con 100 gramos de azúcar y un poco de cacao, ¿cómo iba yo a privarla de semejante estado emocional a cambio de tan poco? Merecía ser diabética si le decía que no.  Que otro en su primer control había bajado 6 kilos en 20 días! me sentía Cormillot. y Ravenna juntos pero sin ninguna práctica milagrosa. Te contaría lo gratificante que es escuchar de esas personas a las que llaman “pacientes”  decir que les estás haciendo bien. Que te llenen de mimos sólo con palabras. Que reconozcan tu trabajo...es hermoso. Eso es lo que día a día me da felicidad. Me llena el alma saber que puedo ayudar a alguien a sentirse un poco mejor. Y no me refiero al uso de ninguna técnica enseñada en ninguna facultad de medicina. Hablo de estar con la otra persona. Desde una mirada, una charla. Prestarle atención. Escucharla. No son objetos. No son sólo “pacientes”. Ante todo son personas, que  sienten como él, como ella y como yo. Que les pasa las mismas cosas que te pasaba a vos y a mi. Disfruto el caminar por esos pasillos largos e interminables. Correr por esas escaleras porque el ascensor no llega y que te griten “doctora, doctora”. Se me pone la piel de gallina...Y te voy a confesar algo. Más de una vez en ellos te ví a vos. Y fue suficiente para que se me partiera el alma en mil pedacitos. Y a la vez me olvidaba de ser quién tenía que ser para ser quién estaba siendo. Quería ser vos y yo. Y por un rato hasta lo conseguia. Y te veía dónde no estabas. Pero estabas y te veía.
Se acerca el final. Y con él, el principio de algo nuevo. Y no sé dónde quiero estar. Me da miedo allá o acá...Quiero estar dónde tenga que estar. Dónde ya no duela. Ahí quiero estar. Y es una pena que no estés acá conmigo para vivirlo… ¡Qué más quisieras! ¡Qué más quisiera! El día que te fuiste te olvidaste decirme cómo. ¿Cómo se sigue? ¿Qué viene después? ¿Cuánto falta? Vos lo sabés. ¿Qué esperás para decírmelo? Escribilo en una nube. En el humo. Disfrazate de alegría y vení a visitarme. Pero prometeme que te vas a quedar un rato largo.


-Termino los días cansada de extrañarte.-

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