.Pasamos más tiempo HABLANDO de amor que HACIÉNDOLO.

Yo te miraba en espiral porque te amaba pero quería salir corriendo, mis dedos no sabían ya pronunciar una caricia sin que surgiera un nuevo temor desde las yemas. Incapaz de mirar a las decepciones a la cara, volvía de lleno a tu centro, a derramarme, a licuarme, a llenarte de blanco la oscuridad, a dejarte pringada la soledad...mi forma de hacer el amor un deporte de riesgo.

Sigo buscando en los v e r s o s eso que todos sabemos sentir pero que A Ú N no hemos sido capaces de explicar.

martes, 24 de abril de 2012

atolondrón/atolondrándome


La atmósfera contaminada de miedo, de ese miedo a saber que te consume los sesos. El mismo que te vuelve ignorante, propenso al desastre. El que te envuelve en un perfecto manto de silencio, un pacto terco de poco sustento lleno de "por las dudas", excusas baratas y berretas que no te dejan ser. Ese miedo que te limita, que te obliga a medir con cuentagotas hasta donde dar y nunca nada por demás, que te hace cuidar lo que decís para no espantar, para no asustar, para que el cuento dure un ratito más.
Algo me obliga a crecer..¿sabes qué es? cosas de chicos. En mi casa ya no se puede jugar a la escondida sin salir herido porque hasta los fantasmas se dejan ver. Piedra Libre hace tiempo dejó de ser sinónimo de "Victoria". Acá, el que dice "Piedra Libre" pierde una vida y después anda juntando pedacitos de historia que le hagan cosquillas hasta dónde no las tiene. Por eso "Pido", "Pido" es lo que digo cada vez que te veo. A veces fantasamal. A veces real, a veces en mi cielo, otras veces en mi infierno. Ya no vale saltar la soga en la casa del ahorcado porque siempre a alguno le termina faltando el aire, jugar a la mancha invisible se tornó aburrido y  el quemado (del amor) tiene cicatrices que arden en la piel. 
Compro la historia de que lo que me hace chiquita hoy, sin voz ni sombra, mañana desaparece pero mañana  es hoy y hoy es ayer. En tu barrio no existe el tiempo, mis palabras se vuelven temblorosas, resuenan ecos de silencio y mi voz enmudece sin que lo quiera o sin que lo sepa. No hay resguardos que puedan salvarme ni caparazones que puedan protegerme de semejante despelote de sentimientos. No hay como detenerlos, como oxidarlos, como hacerles siquiera un raspón. 
Nos perdemos todos los días un poco más. Mi porción de mundo cada vez más lejos de la tuya. Acumulamos kilómetros de distancia  y horas de ausencia pero aún así llevo registro de todos aquellos lugares que habitaste y en los que plantaste bandera: mi conciencia, mi inconsciente y mi cuerpo, dónde dejaste marcas como una varicela mal curada.
Así, entre noches que no puedo dormir y otras que no quiero. A veces desvelo y otras consuelo, los recuerdos me vienen a visitar en su versión más dulce cuando están vestidos y amargos cuándo se les descosen las costuras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario